Ya que acaba el año, la entrada de hoy va a ser un resumen
de mi 2016. De esta forma podréis poneros en situación acerca de los puntos que
va a ir tratando el blog, que como ya comenté en la entrada anterior, estarán
relacionados con la legislación que tiene que ver con el MIR.
Hace cosa de un año y medio comencé la preparación MIR y con
ella me surgieron gran cantidad de dudas respecto a mi futuro laboral. Tengo
una hemiparesia izquierda desde los catorce años y, aunque para mí nunca ha
sido un obstáculo, tras leer algunas noticias sobre otros compañeros a los que les pusieron trabas en su formación, me
surgieron todas las inseguridades del mundo.
Antes de comenzar, indicar que cuando realicé la prueba MIR
esta fue convocada por la OrdenSSI/1892/2015, de 10 de septiembre, por la que se aprueba la oferta de plazas yla convocatoria de pruebas selectivas 2015 para el acceso en el año 2016, aplazas de formación sanitaria especializada para Médicos, Farmacéuticos,Enfermeros y otros graduados/licenciados universitarios del ámbito de laPsicología, la Química, la Biología y la Física. A esta Orden me referiré durante todo el texto, a menos que indique lo
contrario.
En primer lugar, al hacer la solicitud para la prueba,
descubrí que las personas con discapacidad estamos exentas de pagar la tasas (Apartado 6 de la Base V), así como las
personas desempleadas, familias numerosas de categoría especial y, a partir de
este año (Orden SSI/1461/2016, de 6 deseptiembre),
también se incluyen las víctimas del terrorismo.
Conforme se fue acercando la fecha del examen comencé a
informarme acerca del turno de personas con discapacidad y las posibles
adaptaciones de la prueba MIR. Sobre el turno nadie sabía muy bien en qué consistía
y el BOE de la convocatoria no deja del todo claro el funcionamiento (Apartado 7 de la Base II, aunque dicho
turno se menciona a lo largo de toda la convocatoria), pero ese tema, hasta
después de hacer el examen y saber mi número de orden, no me preocupaba mucho,
porque mi objetivo, al igual que el de los demás aspirantes, era sacar un buen
número para optar a la especialidad que me gustaba en el hospital que quisiera.
Con la adaptación de la prueba también tuve problemas para conseguir
información, porque cuando llamaba al ministerio para saber en qué consistía,
no conseguía ponerme en contacto con ellos. Según el BOE (también en el Apartado 7 de la Base II) tenías que
enviar un escrito con tu solicitud indicando la adaptación que creías necesitar
y la Dirección General de Ordenación
Profesional, del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad decidían
en consecuencia. Después de oír rumores de que la adaptación que hacían era
aumentar el tiempo de la prueba, pensé que en los últimos meses había estado
haciendo los simulacros en las cinco horas que se dan oficialmente, y no merecía
la pena cambiar la dinámica que había estado entrenando esos meses, por lo que
no solicité ninguna adaptación para la prueba.
Después de hacer el MIR, aumentó mi ansiedad por si sería o
no aceptada en mi futuro puesto de trabajo con mi hemiparesia, así que comencé,
al igual que el resto de mis compañeros, la ruta por los diferentes servicios
en los que podría acabar eligiendo la plaza. Mis preguntas eran diferentes a
las de los otros futuros residentes, además de preguntar por guardias, rotaciones
o investigación, yo preguntaba si tendría algún problema en desarrollar mi
trabajo al no poder usar mi mano izquierda.
No solo hablé con los servicios en los que quería elegir
plaza, sino que también pregunté en los Servicios de Medicina Preventiva de
algunos hospitales. Después de hablar con mucha gente y nunca recibir como
respuesta un “no vas a poder” decidí seguir el consejo que me dio un R1 de
Medicina Familiar y Comunitaria que había estado en una situación similar. Me
aconsejó dejar de preguntar para , el día de la elección, elegir lo que
realmente me gustaba y no verme influenciada por lo que pudiera opinar otra
persona, puesto que yo me veía y me sigo viendo capacitada para hacer la
especialidad que elegí.
Con mi número de orden podía tener acceso a Medicina
Familiar y Comunitaria en algún punto de Andalucía, especialidad y destino que
finalmente elegí, pero hasta el día de la elección no podía saber si podría hacerlo
en el turno ordinario o en el de personas con discapacidad, puesto que estaba
en el límite entre uno y otro. Esto hizo que llamara múltiples veces al
Ministerio para que me explicaran cómo funcionaba dicho turno, puesto que según
el calendario de asignación estaba fechado para el día 3 de mayo salvo que no
se completaran las plazas hasta dejar el 7% reservado para discapacitados, en
tal caso el turno se atrasaba y solo lo notificarían a través de la web. Esto
me desconcertaba bastante, ya que, al igual que para muchos aspirantes, el acto
de elección implica un viaje de gran distancia.
Fui al Ministerio el día 3 de mayo, por si abrían el turno
como habían anunciado en el calendario. Finalmente, en el tercer llamamiento al
que acudí (la mañana del 4 de mayo) me nombraron y elegí mi plaza dentro del
turno de personas con discapacidad, mi especialidad soñada y no muy lejos de mi
hogar. Pero lo que no sabía era que no sería mi destino definitivo.
Los días 26 y 27 de mayo de 2016 comencé con mucha ilusión
mi residencia de Medicina Familiar y Comunitaria en el Campo de Gibraltar. Hice
mi rotación en el Servicio de Urgencias del Hospital de La Línea de la
Concepción sin tener ningún problema con ningún adjunto y ningún paciente. Después
de un mes y medio de mi incorporación, cuando llevaba dos semanas rotando en el
centro de salud, me citó la Comisión de Docencia junto al servicio de Medicina
Preventiva del hospital para notificarme que, tras el reconocimiento médico que
me habían hecho; que solo constaba de una analítica de control, medir mi peso y
talla y entregar el certificado de discapacidad; y tras discutirlo con el resto
de responsables de la Comisión de Docencia, no me consideraban apta para
completar el programa docente de la especialidad, puesto que debido a mi
hemiparesia izquierda ellos creían que no iba a ser capaz de superar una serie
de técnicas de prioridad 1 de dicho programa docente. Tras esto, me dieron impresa la Guíadel Residente, solo me informaron de los plazos para hacer el pertinente papeleo, pero sin
orientarme de dónde acudir para encontrar la información necesaria para
solicitar el cambio de especialidad.
Tras encontrar y leer el RealDecreto 139/2003, de 7 de febrero, por el que se actualiza la regulación de laformación médica especializada supe, más o menos, qué tenía que hacer (artículo 3 de dicho Real Decreto):
buscar una especialidad de las que hubiera podido elegir con mi número de orden
y en la cual existiera plaza vacante acreditada dentro de la misma Comunidad
Autónoma. Con esta información, el lunes me dirigí a los dos hospitales de
Málaga para confirmar cuáles eran esas especialidades disponibles para mi
solicitud. Estas eran Análisis Clínicos y Bioquímica Clínica, especialidades
que notifiqué en ese orden en mi solicitud de cambio excepcional de
especialidad al Ministerio de Sanidad, Igualdad y Servicios Sociales. Un mes
después, el Ministerio me informó que no me concedían mi primera elección (Análisis
Clínicos) para el cambio, puesto que solo tenía en cuenta mi número de orden ordinario,
y no el del turno de personas con discapacidad, que es cuando tuve acceso a la
elección en los actos de asignación de plazas.
Tras cuatro meses de espera, incertidumbre y no dejar de
trabajar en la especialidad que siempre quise y que pronto dejaría de ejercer,
el Ministerio me notificó que me concedían el cambio a Bioquímica Clínica en el
Hospital Regional Universitario de Málaga. Desde hace dos meses soy residente
de una especialidad muy desconocida para muchos médicos, pero con la que estoy
muy contenta. Estoy trabajando con grandes compañeros, aprendiendo muchísimas
cosas nuevas y estoy con mi familia y amigos.
Durante todos estos meses de cambios mucha gente me ha
repetido la frase de “no hay mal que por bien no venga”, al principio no le
veía mucho sentido porque ese mal estaba destruyendo uno de mis sueños, pero
día a día voy viendo con más claridad ese bien del que habla el dicho. Siempre
he sido de vocación clínica y de tratar con los pacientes, pero esta
especialidad me está demostrando que la medicina es mucho más amplia de lo que
creemos.
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