viernes, 30 de diciembre de 2016

Resumiendo el 2016



Ya que acaba el año, la entrada de hoy va a ser un resumen de mi 2016. De esta forma podréis poneros en situación acerca de los puntos que va a ir tratando el blog, que como ya comenté en la entrada anterior, estarán relacionados con la legislación que tiene que ver con el MIR.

Hace cosa de un año y medio comencé la preparación MIR y con ella me surgieron gran cantidad de dudas respecto a mi futuro laboral. Tengo una hemiparesia izquierda desde los catorce años y, aunque para mí nunca ha sido un obstáculo, tras leer algunas noticias sobre otros compañeros a los que les pusieron trabas en su formación, me surgieron todas las inseguridades del mundo.


http://www.canalasegurador.es/importancia-de-la-solicitud-en-el-contrato-de-seguro/

En primer lugar, al hacer la solicitud para la prueba, descubrí que las personas con discapacidad estamos exentas de pagar la tasas (Apartado 6 de la Base V), así como las personas desempleadas, familias numerosas de categoría especial y, a partir de este año (Orden SSI/1461/2016, de 6 deseptiembre), también se incluyen las víctimas del terrorismo.

Conforme se fue acercando la fecha del examen comencé a informarme acerca del turno de personas con discapacidad y las posibles adaptaciones de la prueba MIR. Sobre el turno nadie sabía muy bien en qué consistía y el BOE de la convocatoria no deja del todo claro el funcionamiento (Apartado 7 de la Base II, aunque dicho turno se menciona a lo largo de toda la convocatoria), pero ese tema, hasta después de hacer el examen y saber mi número de orden, no me preocupaba mucho, porque mi objetivo, al igual que el de los demás aspirantes, era sacar un buen número para optar a la especialidad que me gustaba en el hospital que quisiera. Con la adaptación de la prueba también tuve problemas para conseguir información, porque cuando llamaba al ministerio para saber en qué consistía, no conseguía ponerme en contacto con ellos. Según el BOE (también en el Apartado 7 de la Base II) tenías que enviar un escrito con tu solicitud indicando la adaptación que creías necesitar y la Dirección General de Ordenación Profesional, del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad decidían en consecuencia. Después de oír rumores de que la adaptación que hacían era aumentar el tiempo de la prueba, pensé que en los últimos meses había estado haciendo los simulacros en las cinco horas que se dan oficialmente, y no merecía la pena cambiar la dinámica que había estado entrenando esos meses, por lo que no solicité ninguna adaptación para la prueba.

Después de hacer el MIR, aumentó mi ansiedad por si sería o no aceptada en mi futuro puesto de trabajo con mi hemiparesia, así que comencé, al igual que el resto de mis compañeros, la ruta por los diferentes servicios en los que podría acabar eligiendo la plaza. Mis preguntas eran diferentes a las de los otros futuros residentes, además de preguntar por guardias, rotaciones o investigación, yo preguntaba si tendría algún problema en desarrollar mi trabajo al no poder usar mi mano izquierda.

No solo hablé con los servicios en los que quería elegir plaza, sino que también pregunté en los Servicios de Medicina Preventiva de algunos hospitales. Después de hablar con mucha gente y nunca recibir como respuesta un “no vas a poder” decidí seguir el consejo que me dio un R1 de Medicina Familiar y Comunitaria que había estado en una situación similar. Me aconsejó dejar de preguntar para , el día de la elección, elegir lo que realmente me gustaba y no verme influenciada por lo que pudiera opinar otra persona, puesto que yo me veía y me sigo viendo capacitada para hacer la especialidad que elegí.

Con mi número de orden podía tener acceso a Medicina Familiar y Comunitaria en algún punto de Andalucía, especialidad y destino que finalmente elegí, pero hasta el día de la elección no podía saber si podría hacerlo en el turno ordinario o en el de personas con discapacidad, puesto que estaba en el límite entre uno y otro. Esto hizo que llamara múltiples veces al Ministerio para que me explicaran cómo funcionaba dicho turno, puesto que según el calendario de asignación estaba fechado para el día 3 de mayo salvo que no se completaran las plazas hasta dejar el 7% reservado para discapacitados, en tal caso el turno se atrasaba y solo lo notificarían a través de la web. Esto me desconcertaba bastante, ya que, al igual que para muchos aspirantes, el acto de elección implica un viaje de gran distancia.

Fui al Ministerio el día 3 de mayo, por si abrían el turno como habían anunciado en el calendario. Finalmente, en el tercer llamamiento al que acudí (la mañana del 4 de mayo) me nombraron y elegí mi plaza dentro del turno de personas con discapacidad, mi especialidad soñada y no muy lejos de mi hogar. Pero lo que no sabía era que no sería mi destino definitivo.


Los días 26 y 27 de mayo de 2016 comencé con mucha ilusión mi residencia de Medicina Familiar y Comunitaria en el Campo de Gibraltar. Hice mi rotación en el Servicio de Urgencias del Hospital de La Línea de la Concepción sin tener ningún problema con ningún adjunto y ningún paciente. Después de un mes y medio de mi incorporación, cuando llevaba dos semanas rotando en el centro de salud, me citó la Comisión de Docencia junto al servicio de Medicina Preventiva del hospital para notificarme que, tras el reconocimiento médico que me habían hecho; que solo constaba de una analítica de control, medir mi peso y talla y entregar el certificado de discapacidad; y tras discutirlo con el resto de responsables de la Comisión de Docencia, no me consideraban apta para completar el programa docente de la especialidad, puesto que debido a mi hemiparesia izquierda ellos creían que no iba a ser capaz de superar una serie de técnicas de prioridad 1 de dicho programa docente. Tras esto, me dieron impresa la Guíadel Residente, solo me informaron de los plazos para hacer el pertinente papeleo, pero sin orientarme de dónde acudir para encontrar la información necesaria para solicitar el cambio de especialidad.

Tras encontrar y leer el RealDecreto 139/2003, de 7 de febrero, por el que se actualiza la regulación de laformación médica especializada supe, más o menos, qué tenía que hacer (artículo 3 de dicho Real Decreto): buscar una especialidad de las que hubiera podido elegir con mi número de orden y en la cual existiera plaza vacante acreditada dentro de la misma Comunidad Autónoma. Con esta información, el lunes me dirigí a los dos hospitales de Málaga para confirmar cuáles eran esas especialidades disponibles para mi solicitud. Estas eran Análisis Clínicos y Bioquímica Clínica, especialidades que notifiqué en ese orden en mi solicitud de cambio excepcional de especialidad al Ministerio de Sanidad, Igualdad y Servicios Sociales. Un mes después, el Ministerio me informó que no me concedían mi primera elección (Análisis Clínicos) para el cambio, puesto que solo tenía en cuenta mi número de orden ordinario, y no el del turno de personas con discapacidad, que es cuando tuve acceso a la elección en los actos de asignación de plazas.

Tras cuatro meses de espera, incertidumbre y no dejar de trabajar en la especialidad que siempre quise y que pronto dejaría de ejercer, el Ministerio me notificó que me concedían el cambio a Bioquímica Clínica en el Hospital Regional Universitario de Málaga. Desde hace dos meses soy residente de una especialidad muy desconocida para muchos médicos, pero con la que estoy muy contenta. Estoy trabajando con grandes compañeros, aprendiendo muchísimas cosas nuevas y estoy con mi familia y amigos.

Durante todos estos meses de cambios mucha gente me ha repetido la frase de “no hay mal que por bien no venga”, al principio no le veía mucho sentido porque ese mal estaba destruyendo uno de mis sueños, pero día a día voy viendo con más claridad ese bien del que habla el dicho. Siempre he sido de vocación clínica y de tratar con los pacientes, pero esta especialidad me está demostrando que la medicina es mucho más amplia de lo que creemos.


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